Amigo y compañero en los trabajos y los días de “Fuco Buxán”, he admirado siempre en él el fuego y la palabra, su mensaje y su fuerza. Arde Víctor en sus maternidades, sus paisajes urbanos, su mirada al mundo del trabajo. La pasión de crear se advierte, respirando emoción, a cada trazo. Hitchcock decía que las películas no son sino sueños filmados. Los cuadros, a su vez, podrían ser alephs borgianos soñando a Korosawa...Qué demonio: la Pintura es arte de valientes; la que más se expone, por lo menos... A Fouché pertenece, quizás, el siguiente epigrama: “Dadme una palabra escrita y enseguida aparecerán motivos para condenar a muerte a sus autores”· Otrosí, cambiándonos de pola: “Dadme una pincelada de artista y podré calibrar el peso de su alma.”
Este taller en vigilia-vigilante –vendría dado por una preocupación de su autor– espero no lapidar/dilapidar su mensaje mientras evoco cierta reciente conversación entre nosotros ante el tipo de mensaje sincopado, lacónico y robotizante que recibimos hoy los ciudadanos, tendente a dejarnos sin palabras, lo que equivale a desposeernos de pensamiento (imposible éste sin aquéllas). Durante el sueño, nos desbordamos en imágenes vivas (somos o quisiéramos ser lo que soñamos), cantera incalculable de mensajes. Añado por mi cuenta esta mitología: el pintor nos muestra la realidad como nadie la ha visto jamás porque ha robado la mirada “hacia infinito” de los dioses. Y otra cita: “El Arte existe para explicar el misterio”(Antonio López). Gracias, Víctor, por enseñarnos a mirar el mundo.