Las pinturas de Víctor tienen la textura de las paredes donde anidan las consignas por un mundo nuevo, donde crían los gritos y las voces que dicen no a la miseria, a la miserable abundancia que nos corrompe. Sus composiciones remiten a las formas y contenidos que las vanguardias han instaurado a lo largo del siglo pasado: El cartel, el comic, planos superpuestos, temática de lo cotidiano, el trabajo, los sueños y las pesadillas, la incertidumbre y la rabia.
Hay una conversacion que nos implica, un dialogo donde el dolor se hace discurso esperanzado, voces y ladridos,
maquinaria domada, manos armadas de razón, manos y rostros que a veces se desvanecen para mostrar el enorme esfuerzo de ser cada día. Su pintura es la piel que se deja la luz al roce con su mirada, y las sombras que se revelan tan habitables como imprescindibles. Contemplemos sus cuadros como cuentos que nos facilitan, como todas las historias que se cuentan, y por ello se comparten, y así nos facilitan reconocer y reconocernos como seres hechos para recordar y sabernos iguales, y hacer posible los encuentros en donde hablar de nosotros y del mundo, de nosotros en el mundo nos funda como humanos. Gracias Víctor